La enfermedad hace surgir la determinación de entrar en el Camino


En relación con los escritos de Nichiren Daíshonin, el presidente Daisaku Ikeda explica que, según esta filosofía, hasta las enfermedades pueden ser una oportunidad para manifestar el estado de Buda.
(De un discurso pronunciada en una reunión general conmemorativa para la prefectura de Wakayama, realizada en Shimhumu, en la citada prefectura, el 24 de marzo de 1988.)
 
Se dice que las personas que superan graves enfermedades aprenden a disfrutar de la vida en toda su profundidad. Para el budismo de Nichiren, los problemas de salud pueden ser un impulso que nos ayude a lograr el objetivo supremo de la Budeidad. Además, el infortunio de una dolencia grave también puede conducirnos a una felicidad absoluta, que prevalezca a lo largo del tiempo.
 
Un famoso pasaje de un escrito de Nichiren Daishonin declara: “Y ya que el Sutra Vimalakirti y el Sutra del nirvana enseñan que las personas enfermas sin falta lograrán la Budeidad, ¿no podría ser la dolencia de su esposo un designio del Buda? Las enfermedades hacen surgir en nosotros la determinación de entrar en el Camino”. Con estas palabras, Nichiren Daishonin alienta cálidamente a una seguidora cuyo esposo estaba convaleciente. La orientación transmite una sabiduría inagotable y generosa, y un inmenso amor compasivo.
 
Es cierto, sin ninguna duda, que una enfermedad dolorosa nos impulsa a hacer daimoku con más seriedad y asiduidad que de costumbre. Precisamente, en esas circunstancias de aflicción es cuando necesitamos que la llama de la fe arda con más intensidad que nunca. Lo que cuenta es que tomemos la enfermedad como punto de partida para emprender el camino hacia una felicidad más profunda, y no como el inicio de un derrumbe hacia el sufrimiento.
 
El poder de entonar Nam-myoho-renge-kyo no solo genera una robusta fuerza vital que nos ayuda a superar los problemas de salud, sino que también transforma el karma en la dimensión más profunda del ser. Eleva nuestro “yo” interior al estado de Budeidad y nos permite adquirir una buena fortuna ilimitada que conduce a un estado indestructible de felicidad absoluta.
 
Entonces, podemos convertir el panorama adverso de la enfermedad, no ya en una situación neutral de salud, sino incluso en un estado mucho más amplio y positivo, que abarque e incluya la felicidad. Lo que nos permite extraer ese poder es la fe indómita, la fe valiente capaz de convertir la peor adversidad en un trampolín para acceder a niveles mayores de crecimiento.
 
Por supuesto, la fe no cura al instante todo tipo de dolencias. Cada individuo tiene sus propias circunstancias kármicas, y además no todo el mundo experimenta la fe con la misma intensidad y fortaleza. Por otro lado, la lucha contra la enfermedad puede alcanzar sentidos profundos que la sabiduría corriente no alcanza a ponderar.
 
Pero mientras tengamos una fe firme, no existe la menor duda de que podremos reorientar nuestra condición de salud hacia la Budeidad, el bienestar y la felicidad. Desde la perspectiva de la eternidad de la vida a través del pasado, presente y futuro, podemos encauzar nuestra existencia en la dirección más productiva, que es vivir con profunda alegría.
 
Es importante que sigamos haciendo daimoku con sinceridad y que la llama de nuestro apasionado compromiso por el kosen-rufu arda intensamente en nuestro corazón mientras vivamos. Esta potente y cabal determinación en la fe es la fuerza primordial para superar serenamente los sufrimientos del nacimiento y la muerte...
 
 
(Fragmento del libro “Sabiduría para ser feliz y crear la Paz – Volumen I” de Daisaku Ikeda – Pag.184-185)

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